Proyecto de expresión y espacio para la tecnología, cultura, empresa, estética y humanidades en general Información legal  1 de diciembre de 2012 La decisión de escribir en un "blog" tiene implicaciones importantes. Una de ellas tiene que ver  precisamente en eso: escribir. Y escribir no es nada fácil, al menos para todos aquellos que como yo  hemos recibido una formación universitaria basada en la tecnología. Yo lo he notado, escribir en un  "blog" no es cosa fácil, me cuesta. Quizás sea eso, a medida que nos adentramos en el mundo de los algoritmos, circuitos integrados,  arquitectura, electrónica, estadística, robótica, inteligencia artificial, etc. vamos adquiriendo otras  formas de lenguaje: lenguaje matemático, lenguajes de programación, lenguaje máquina y, sobre todo,  jerga, mucha jerga. Pero también vamos olvidando el otro lenguaje, aquel derivado de la lengua castellana, ese que hemos  debido estudiar en etapas anteriores de nuestra vida, vamos deteriorando nuestro conocimiento de la  gramática y perdiendo léxico. Y quizás, en el ámbito de la tecnología es tristemente normal.  Y quizás, desde el ámbito de la tecnología es tristemente fomentado. Pienso que podría estar fomentado principalmente por algunas causas. Por un lado desde un punto de vista empresarial, la contratación del personal se realiza, además de  consideraciones relativas a competencias y encaje con la filosofía de la compañía, principalmente por  los conocimientos y habilidades tecnológicas del candidato, y no en pocas ocasiones la cultura de éste  queda condenada a vivir en la sombra, y con él lo aprendido en etapas anteriores. Esto, sin duda, se  convertirá en una bola de nieve nefasta para el adecuado uso de nuestro lenguaje: Pasará el tiempo y  nuestro candidato ya será empleado "senior" que será ejemplo de otros nuevos empleados, y el mal  uso del lenguaje se extenderá dentro de la compañía y por extensión, probablemente en todo un sector  de actividad. No nos olvidemos del propio ámbito universitario o de formación profesional. Quizás haya que apuntar  aquí la frase que tanto decía mi abuelo: "Lo que se aprende, si no se practica, se pierde". Y parece que  los hechos le dan la razón. Es posible que el propio temario de los estudios universitarios tengan algo  de culpa, pues una vez entrados en la vorágine tecnológica, ya es muy difícil salir. Al menos, recuerdo  de mi época de estudiante que mucha física, matemáticas, electrónica, programación, ..., y poco de  lengua castellana, es decir, nada de lengua castellana.  ¡Pero qué diablos!, ¡En las empresas tarde o  temprano habrá que documentar!, ¡habrá que confeccionar manuales, procedimientos, normas!, ¡habrá  que escribir correos electrónicos!, ¡habrá que hablar!. ¿No sería interesante tener algún tema en el  último curso que sirva de recordatorio?. Sí, ya sé, no se trata de estudiar filología, pero simplemente  algún tema que oriente sobre cómo expresarse adecuadamente en el trabajo. Y luego está la propia tecnología, o más bien del uso que se le da a la tecnología. Si comparamos el  acceso que la población en general tiene ahora a la tecnología con el acceso que tenían cuando acabé mis estudios universitarios de informática, hace ahora unos 20 años, no tiene nada que ver. Por aquel  entonces, Internet casi ni existía y los teléfonos móviles acababan de aparecer, con unas dimensiones y peso exageradas, con pantalla y letras en bicolor y monotonía en el sonido. Pero ahora todo a  cambiado a ritmo exponencial, ya lo niños de tan solo 10 años, o menos, son capaces de conectarse a  Internet, desde "tablets", ordenadores, teléfonos móviles o incluso el propio aparato de televisión. Ya  hace algún tiempo los adolescentes inventaron un lenguaje críptico para ahorrar tiempo, espacio y  dinero en los mensajes por móvil, empeorando la situación, pues estos símbolos se añaden a su  repertorio lingüístico pero los usan sin cambiar de registro. Ya casi cualquiera tiene la posibilidad de  expresarse en la red de redes, a través de las típicas redes sociales, es muy fácil comenzar a escribir  en un "blog" o crear la propia página personal, con todo lo bueno y con el peligro para la lengua que  esto supone. Evidentemente los cercanos al mundo de la lingüística cometerán menos errores, pero a  medida que nos vamos alejando de ese mundo, el mal uso de los elementos de nuestra lengua se hace más probable. Pero para que se vea que esto que digo tiene una base real, veamos como ejemplo el uso de una  palabra de nuestra lengua: "óptimo". Según el diccionario de la lengua española, publicado por la Real  Academia Española, óptimo significa:   "1. adj. Sumamente bueno, que no puede ser mejor". En el diccionario panhispánico de dudas se indica que es un superlativo de bueno: "Forma procedente del superlativo latino optimus, que significa ‘bueno en grado sumo’". Es decir, dado que no puede haber nada mejor, es una forma superlativa, no es aplicable su uso con  ninguna marca de grado (muy, más, menos o tan). "Más óptimo" es un empleo incorrecto de la palabra óptimo. Veamos entonces su uso en el sector de las tecnologías de la información, veamos qué aparece en los buscadores en internet sobre la  cadena de búsqueda: "más óptimo" array  o bien "más óptimo" java  Veremos la enorme cantidad de "blogs", notas de prensa, artículos, ofertas de empleo, comentarios  y más que aparecen. Y todo esto es  una bola de nieve, porque sirven como desafortunado ejemplo para los que se aventuren a su lectura. Y yo, que he decidido escribir, que me aventuro a errar, erraré de artículo en artículo pidiendo disculpas ante todo y ante todos por el mal uso de nuestra lengua. Mal uso que he cometido, cometo y cometeré.
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